miércoles, 2 de octubre de 2013

Lejano... pero ahí.


Se me hace un tanto distante lo que antes me parecía habitual. La manera en la que nos comportábamos... Como reíamos y nos distraíamos, como conversábamos y pensábamos completamente ajenos a un destino desconocido que hoy es presente... 

Nada de lo que pasaba por aquel entonces pasa ahora...

Curioso como nos éramos auto-suficientes en cuanto a cierta perspectiva referida a los sentimientos. Y no pretendíamos más que lo simple de un encuentro, sentados en cualquier lugar fuera del tiempo. Aunque este lugar no fuera de lo más lindo.
Estar… con nuestra consciencia limpia. Con ganas de avanzar.

El recuerdo se mezcla con la melancolía. Podrías entenderlo como si se tratara de un día pasado de navidad cuando una familia reía... impregnando algo raro en el ambiente que muchos lo concebirían referente a la magia. O como dos enamorados en el día de San Valentín. 
Como la carta guardada para un amigo que la abre después de diez años o como una noche de luna llena y el cielo estrellado que nos inspira e invita a imaginar.

Lo miro como si fuera un tercero escondido, inspeccionando la escena entre miedo y expectativas. Como un pobre que queda afuera con frío… 
Como un tercero en discordia solitario que ve con tristeza, sentado en el banco al otro lado del lago, regocijarse a la pareja ajena.

Así lo siento en este momento... aquellos recuerdos de unos chicos sentados en el patio de la casa de uno de ellos. Pero todos son tan extraños, todos son desconocidos.
Nuestras preocupaciones por aquel entonces eran otras. Pero éramos felices en nuestro pequeño mundo.
Simplemente eso… el plan de juntarnos en el barrio a la noche. Esperábamos eso! queríamos experimentar qué debate se generaría esta vez. Queríamos entendernos envueltos en planes a futuro que nos integraban a cada uno… al igual que niños soñando en el mañana cuando serían grandes… aun  inseparablemente amigos.

Otros intereses nos movían. En el momento me sentía vivo, pero hoy pensaría que aquel muchacho estaría actuando en automático y en realidad no vivía la vida. Jamás sabría lo que sucedería.
Por aquel entonces había mejores cosas para hacer sí, algunos creerían a ellos perder el tiempo. Sin embargo éramos felices.
Uno empieza a necesitar de esos planes y pequeñas rutinas que solo nos hacen establecernos en un lugar seguro. Fuera de todo peligro. Aun cuando ese plan en sí y ese mundo tendrían en su base el peligro.

Uno cambia y con ello lo que le hace bien. Es por eso que un día pensando en nosotros podemos sentirnos en un lugar completamente diferente y desencajado.
Es increíble como algo tan simple nos puede hacer tan bien o tan mal. Pero cuando descubrimos aquel cambio interno, ya no es igual. Algo nos empieza a incomodar.

Es por eso que cuando a veces encontramos a una persona, entre esa angustia y nerviosismo, puede transformarse en la salida y en la salvación.
Pero necesitamos entender que muchas veces cuando perdemos, no estamos mas que volviendo a un estado anterior, original… concretamente estamos con nosotros mismos… pero ese yo propio no parece bastarnos.
Podría ser incluso mejor volver a estar solos, pero difícilmente se lo vera bien a primera impresión.
Si pudiéramos frenarnos y decir “eey esto no esta tan mal, así es como estaba antes y podía seguir y vivir igual. Por qué me sentiría tan mal. Si fuera así estaría afirmando mi desastre anterior.”

Esas reuniones suponían una oportunidad para hablar de nuestras vidas y descargarnos. Nos movía la fascinación por el misterio y eso encendía nuestras almas.
En mi caso tuve oportunidad de escuchar y conocer y proponer temas interesantes.
Y divertirnos de nosotros mismos y tener ilusiones y esperanzas que estaban por venir. QUE IBAN A VENIR!!! Con total seguridad.
Aunque nos negábamos como chicos encaprichados, heridos y enojados con la vida. Aun así teníamos sueños.
No teníamos más pretensiones que esas simples reuniones cargadas de ese algo que ya perdí con este falso tiempo.
Cuando se te remueven sentimientos diferentes, sos otra persona.
Por qué se nos hace difícil vernos como antes? Pensar en eso nos hace dar cuenta que ese yo anterior comienza a ser un extraño. Somos unos extraños para nosotros mismos. No lo queremos.
Tan alejados estamos de nuestro pasado?

No sentimos de la misma forma y es por eso que hacer lo mismo que hacíamos puede ser incluso un aburrimiento.
  

Como piezas rotas los fragmentos de uno vuelan entre el océano del tiempo ya sin ser afectados. Para juntarse de nuevo allí donde debe ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario