Él estaba
dando vueltas en algunos lugares de afuera…
No sería
necesario describirlos en detalle más que espacios urbanos sin mucha gente andando.
Barrios con
casas lindas, y calles limpias, o zonas comerciales con poca densidad…
Pero hay algo
que se podría mencionar, algo peculiar y extraño que sucedía con aquellas personas, en
esos lugares…
No había una
razón directa para que él pregunte la hora, o se acerque a hacer algún comentario, o
quejarse sobre alguna cuestión superficial como el retardo de los medios de transporte. No importa qué, lo que quiera que fuese. No parecía contener dentro de sí una razón específica,
pero suponía debía haberla. Debía haber algo latente, algo olvidado que
generaba que él lo haga. Debía tener algún origen oculto.
La persona a
quien el comentario fue dirigido siempre tenía una reacción que resultaba similar a las
otras. Al principio actuaba como lo más normal del mundo, estaba por contestar
y de repente... se quedaba muda… quieta... sin decir una sola palabra. Volteaba
su mirada hacia un costado
donde no había nada, o quizás corría la cabeza con ayuda de su cuello, para observar traspasándole el hombro para distinguir algo detrás... y
veía hacia aquel punto fijo... como esperando algo, como si se hubiese dado
cuenta de un hecho extraño. Y así mismo permanecía casi vaciándose, esperando quien
sabe que cosa.
Podía notar
que las cuencas de sus ojos se abrían por una sorpresa en un momento predeterminado,
cuando su cerebro trasladaba con letargo la idea, la energía hasta ser "comprendida",
pero aquella pequeña apertura minúscula de sus ojos, suponiendo la expresión de sorpresa,
más tarde pensó él, solo podía deberse a la visión confusa de algo. Como si aquello que
aparece no fuera del todo claro, como si se asomara por unos segundos enturbiando
los pensamientos. Tanto que los dejaba recapacitando, indecisos de si fue su
impresión o
si es real.
El relato no
se extiende mucho más que simples anécdotas, donde él se acercaba con intensiones
de expresar algo, tal vez incluso en respuesta a un hecho particular casual del
día y momento, hasta que la persona desconocida y en cuestión miraba de perfil
hacia algún punto muerto, a la distancia, rosando las vías del tren en el punto
más distante o escondiéndose en el túnel del subte donde está la más absoluta
oscuridad, o entre edificios perdidos en la ciudad con callejones abandonados,
ajenos al interés del mundo.
Le marcó una punzada cuando entendió que no sucedía en casos aislados, sino que un grupo entero de personas miraba a la vez atentamente la intervención de la rareza invadiendo la escena.
Al principio
el miedo de él se encontraba en la expresión de los ojos y en la cara
palidecida de quienes insinuaban algo extraño acercándose, asechando en el
horizonte. Pero luego... él mismo voltio su cara, ya no por segundos, sino que
por minutos enteros para ver que era... eso...
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