Recuerdo cuando quedé envuelto en sensaciones externas. El "exterior" tenía un lenguaje dedicado y yo podía entenderlo mientras más lo escuchara. El tiempo y el espacio tenían un "ritmo" del cual no nos habíamos percatado. Capaz de visibilizar el por qué del mundo y su estado.
Cuando afuera había sol yo solía sentirme cálido, y había una claridad que se deshilachaba desde sus rayos. Una claridad que se filtraba por los poros de la piel, volviéndome alguien alegre con ganas de proyectar una realidad mágica, llena de sentidos en las esquinas, y con unas expectativas amplias.
Cuando afuera llovía podía sentir la nostalgia al escuchar esos "golpecitos acoplados", o cuando contrariamente notaba poca gente en las calles y las nubes grises atentaban con una tormenta que traería tristeza. Yo sentía la pesadez del mundo cubriendo la escena, haciendo que los demás agachen sus caras.
Cuando una sombra se proyectaba sobre una pequeña ventana debido a la disposición de unos apartamentos, yo sentía que en ese rincón había algo raro. El contraste con el sol era molesto. Podía sentir sin estar ahí, el frio penetrante y la rugosidad de la textura de la pared endurecida por el tiempo mientras la sombra la arropaba. Esperando la caricia suave del sol o relajarse algo mas a causa del susurro del viento. Era mi nueva habilidad, poder tocar aun sin apoyar mis manos o poder ver mas de cerca estando lejos. Luego entendí ese extraño sentimiento; todo era debido al momento del día. La tarde alargaba las sombras y nos cansaba, de alguna manera las personas se conectaban con la idea de empezar a terminar el día. El olor de las hojas cercanas tenían otra tonalidad debido a la partida de la luz y provocaba algo distinto en nosotros.
Se sentía distinto cuando un vecino ponía música mientras la muchedumbre en las calles vibraban al ritmo de "es sábado!! y el día está recién empezando. Puedo ser feliz, me queda todo un día para aprovecharlo". Quizás la música traía alguna nota de otro momento recordándome cómo ser feliz. El interior se mueve al pulso de "ideas también ajenas".
Todo genera un sentir abstracto. Sabías que ese sentimiento estaba allí, de alguna manera, pero tal si fuera inconsciente. Algo invisible hundido en la supuesta nada. Ese "vacío amorfo" que te observa atentamente, tal vez era el núcleo por el cual se desprendía esa noción descontrolada del "movimiento del tiempo y el espacio".
Así fue, estaba en sintonía con la vida. Sentía... lo que plasmaba las hojas de otoño en el suelo, la historia detrás del papel de chicle tirado, un charco de agua que podía servir de juego para unos niños de paso o reflejar una mirada triste de alguien dejado.
Antes... sabías lo que respiraba el mundo. Sabías acomodarte a ese latir. Cuando había mas o menos sonido en el ambiente, si se percibía un cansancio generalizado, o si comenzaba a asomar algo extraño. Si se contaban muchas o pocas personas según cual lugar, si el ambiente tendía a ser perceptivo con el humor, o cuando era mejor intentar percibir el exterior.
"Sentir" el espacio vacío si un vecino faltaba por alguna urgencia o si la presión de una pelea había quitado el aire del ambiente. Ya sabes... esos momentos cuando independientemente de los estados sientes que la gente de forma general está con menos ánimos, o saturados, o amargados o con expectativas o cuando se cuece algo que nadie termina de entender. Algo que esta en todos lados. Todo marcaba un ritmo. Un ritmo que era el por qué de la velocidad del tráfico, la irregularidad de sus bocinas ensordecedoras. Era el apuro en el paso de las personas que en masas se dirigían a sus trabajos o era su levedad que los guiaba sin prisa. Era la marca de cuando las personas no se creen sus propias vidas como cuando miran al reloj en sus oficinas queriendo salir volando para no estar mas atrapados y finalmente hacer algo con mas sentido.
Es por aquello que ladran los perros o por los que algunos bebes comienzan sus llantos. Aquello por el cual la vida sigue o por el que se produce un lapso en donde se suspende el tiempo en el espacio.
Ahora mírate estando tan insensible, tan apartado.
Así que cuéntame ger, qué piensa la gente en el tren cuando mira detrás de las ventanas? A dónde quieren llegar? cuáles son sus sueños? Qué historias se cuentan aquellos árboles sabios de las veredas cuando estás regresando? Qué es lo que transmiten esas calles olvidadas? qué vocifera el viento? qué nos quiere decir el tiempo? Qué pulsiones traen las agujas de sus relojes que se vuelven tan descoordinadas con mi momento? Qué hace eco en las paredes sucias, húmedas y grafiteadas? Que reflejan los espejos estropeados de aquellos lugares abandonados? qué nos dice el pasto faltante en ese terreno salvaje? que nos está avisando el perro a ladridos del otro lado? Qué percepción tienen los pájaros de estos sujetos que jamás los están mirando? qué se transmite en la energía eléctrica de esos cables negros que corren como venas la ciudad entera? Por qué no eres capaz de percibir el ruido de la estática, de la tensión constante en el aire circundante? Hay algo que esta saturando tu oído cansado? A quién lleva ese tren que aun funciona por la madrugada? Quién es aquel que se sintió animado de tocar la lluvia mientras todos la tratan con asco? Quiénes se atreverán a conectarse viendo la luna en el mar de oscuridad?
Cuéntame de nuevo que es esta vida.
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