Las sensaciones traídas por algunos recuerdos específicos me mostraron lo diferente que era el mundo.
Más que nada se sentía en la forma intensa en la que mis receptores se activaban ante los estímulos.
Podría cerrar los ojos y traer a la vida esos instantes del pasado; el saberme despierto y lleno de emoción, listo para ver a mis amigos, o para salir a un lugar interesante juntos. Conocedor de que todo estaba abierto a miles de posibilidades.
También se guardaron cosas mas especificas como, el ruido de los caños que servían para armar los puestos de una feria de barrio, el agitar de los mantos para resguardarlos, o las maderas cayendo al suelo. Tal vez por estar ligado al descubrimiento y la felicidad. Me acuerdo la fragancia de las hojas en un día de otoño en que las personas andarían abrigadas. Recuerdo lo que era estar mas conectado y en sintonía a la naturalidad de los días, acorde al movimiento de la gente. Así es, algo tan aparentemente distante como lo era el movimiento de la gente podría repercutir en un estado interno aun estando en el resguardo de mi casa, sin saber nada de ellos. Tanto si había muchas personas como si se palpaba la tranquilidad. La tranquilidad se expresaba fielmente por las imágenes de un asfalto limpio, terrenos amplios descampados y lugares vacíos donde supuestamente debería haber tanta gente como lo es las inmediaciones de unos bloques enteros de departamentos. Una tranquilidad venida con el soplido en pulsos irregulares del viento o con ángulos determinados de un aparcamiento donde los autos solitarios esperaban tras las rejas a que sus dueños los enciendan.
Recuerdo el color cálido del sol intenso bañando las superficies, de un sol que por aquel entonces parecía brillar más. Recuerdo noches despejadas donde las estrellas de antes serían envidiadas por las de ahora. Así también viene a mi memoria un ritmo completamente diferente del tiempo. Las sensaciones respecto a lo divertido de jugar al futbol, el transitar de los autos, el sonido de las luces de giro y la palanca de cambio de un remisero frecuente que nos llevaba a la escuela, y el adorno que traía siempre se balanceaba por el movimiento cuando mas irregular era la calle por la que nos tocaba pasar.
O podría mencionar el ruido característicos de los elementos de la bolsita que llevaba al jardín, una tacita de plástico golpeando los cubiertos del mismo material. O el verde de ese pasto que ahora en ese lugar podría parecerse mas a algo tristemente pálido, habiéndosele robado su color.
No es que simplemente tenga nostalgia. Es que me impacta la forma en que las cosas cambian. Y que una misma persona pueda tener un cristal completamente diferente para ver el mundo. En cómo la frecuencia de los segundos puede tornarse en diferentes colores. A veces siento que... "ese blanco no es este blanco" o que " ese azul no es ese otro azul". A veces siento que aquello era mentira o que esto es mentira. O termino por no entender nada. Ya no sé siquiera si conozco aquel niño que fui, como si fuese un desconocido, del que supuestamente crecí. Como si una dimensión paralela estuviera alejando lo "otro" hacia un plano de existencia superpuesto. Siendo yo aquí, mientras él allí. Siendo yo el colapso de un pasado y un futuro que en simultaneidad terminan aquí conmigo en este sentido de ahora. A caso mi yo del pasado se vio alguna vez en un momento delante? a caso mi yo del futuro pensó en su yo del pasado y me está dibujando a mí ahora? Y cuál podría ser la soga que nos enreda en nuestra total existencia? quizás un escrito que el destino dictó en su cabeza. Podría aquel niño transformarse en eso que es ahora? No, la verdad creo que no.
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