Mírame una vez más...
Tan distante y extraño. Cada vez que se suma una forma... proyectando sobre mi superficie una sombra... dejo de ser aquel que solías creer. Me transformo en todo eso que has dejado y es justamente lo que estoy aprendiendo a amar.
Ya no estoy solo, ni condenado. Ni muero por los sentidos que me han arrebatado.
Las estrellas no se han apagado. Ahora brillan con un fulgor que no captaron, que no sintonizaron, que son incapaces de atrapar. Tan intenso que podrían quitarte el aliento.
Hay momentos donde siento que cada vez que el universo respira me inundo de suspiros de un mundo que hipnotiza. Y el tiempo se vuelve un palpitante impulso revitalizando en vez de estropearlo. Incluso cuando estamos durmiendo las calles tienen vida, por mas de que nadie las mire o por mas de que la gente no las camine, o los autos pasen o las luces se apaguen. Los perros ladran, los grillos siguen su concierto al son de su misterio, los puntitos extraños en el cielo siguen mirando y cayendo por un horizonte infinito al que tal vez en algún otro tiempo llegaremos.
Jamás estarás aquí y jampas estuviste aquí. Te has perdido, incluso para ti.
Mírate riendo a carcajadas mientras la vida nos contempla con múltiples perspectivas tan diversas... desde ángulos que nunca has imaginado. Porque todo lo que sucedía lo has malinterpretado, y todo lo que SUCEDIA en realidad es lo que te has volteado para no mirar. Todo lo demás es solo una burda imitación. No me engañas.


No hay comentarios:
Publicar un comentario