Al principio no sabía como era perderse entre las cortinas de un escenario vacío. Casi como si el telón "siguiera cerrado", podría decirse que era lo mismo.
Estaba parado en medio con las luces de sus ojos enfocando la fragilidad de mi alma. Eran infinitas agujas clavándose. Y sin embargo de a poco su insensibilidad empezó a ser costumbre.
La función parecía llena. En las butacas las personas aparentaban estar calladas.
Pero sus murmullos se elevaban tal pensamientos escritos por encima de sus cabezas, exponiendo la verdad de su nada, de sus miradas blancas, de sus agujeros profundos del pecho hueco, que invisibles e inestables palpitaban secos. La verdad en sus enmarañados hilos de la mente, en sus corruptas bocas desgastadas.
No sabia lo que era... fundirse con el fondo.
Yo soy parte del fondo pero ahora están iluminando a otros actores. Hasta que ellos se vuelvan fondo...
e incluso no saben que su persona también empezó a desvanecerse con la oscura sensación de un vacío eterno. Lo entenderán cuando se vean perdidos frente a una multitud que era falsa, que pensaban estaba fuera de la escena pero que, sin embargo, era parte. Y que al final el observador era uno que se estaba viendo a si mismo... fundiéndose en el fondo.
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