miércoles, 30 de octubre de 2013

Sus palabras, ahora quedaban perdidas en un mundo de desconcierto. Desanimadas en una cáscara de piel vacía desgajándose más y más. Junto a los pétalos esparcidos que decoraban el suelo.
Aquellos pétalos eran lo único que tenían color entre un ambiente pintado de matices grises. La única resistencia.
Quedaban vulnerables, sensibles ante el rugido del viento. 
Cada sonido, cada siseo, cada sílaba, cada factor de su pronunciación, cada apertura y cierre de la comisura de sus labios... cada letra que las componían, fueron calladas por el murmullo de las hojas, por el abstracto tacto del tiempo, por la canción del silencio. 
Cómo el silencio puede ser más alto?...
En su lugar quedó una sensación que lo hace respirar desesperado. Como si sus oídos se hubiesen llenado de agua, el lo escucha vibrando en su cuerpo.

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