jueves, 18 de mayo de 2023

Desencajado... (historia)

No sabía qué había pasado, pero me desperté de súbito en la noche agitado y desorientado.

Sentí que mi corazón se había desencajado. Cómo si yo apareciera en algún lugar en el que nunca había estado. Tal fue la sorpresa.

El dolor en mi cabeza dio una última puntada intensa y luego pude percibir mi alrededor.

Vi mi cuarto silencioso, las sabanas de la cama en la que reposaba, la estatuilla de una lechuza que me había regalado mi madre hacía años, unos libros cuyas páginas nunca leí, la pequeña luz de la mesita de noche que alumbraba con un tenue color amarillo y que, me separaba con aquella oscuridad encastrada en las paredes, como una niebla negra que iba degradando su tono hasta donde yo me encontraba, siendo densa a solo unos metros, tapando lo demás. A pesar de el acotado espacio en el que la luz me daba libertad, no me sentía asfixiado. 

Un reloj aguardaba en un rincón marcando unos segundos falsos. Un reloj cuyo comportamiento era el de alguien asustado. Como si con su ojo estaría intentando mirar a todos lados para dar con aquello que lo estaba atormentando y persiguiendo, pero sin encontrarlo.

Dejé esas ideas delirantes para volver a la realidad, utilizando un método que siempre me había resultado tiempo atrás. Presionando mi sien hasta recuperar el sentido. Aquello tenía un efecto peculiar muy parecido a cuando te recobras lentamente mareado de un golpe seco.

Me levante con la intensión de tomar un baso de agua fresca.

Avancé por el pasillo quejoso de madera tras habitaciones calladas y bajé por la pulcra escalera lustrada apoyándome en su baranda.

La luz nocturna respiraba por los resquicios de las persianas, movía las cortinas fantasmales y sobre todo se reflejaba en el suelo, ayudándome a progresar en mi trayecto.

Al llegar a la cocina abrí la heladera para buscar el agua. Pero escuché una vibración acoplada reverberando en los vidrios de las ventanas. Como si una presión estaría tapando mis oídos.

Salí al encuentro de dicha intervención singular de misterio que había puesto en mí las sensaciones mas indescriptibles que alguien es capaz de atravesar. Y a los pies de la entrada de la casa di con un cielo desconocido.

Si bien era extraño, puesto que nunca se vieron semejantes formaciones estelares tan cercanas y brillantes rodeadas de gas y polvo, no había nada mas que advirtiera un peligro. No al menos hasta que note la diferencia.

Observando el vecindario conté con el alivio de lo "ya conocido". La casa de tejado elevado y puntiagudo de los Miller, la construcción original de los Adams, y la vivienda humilde de Snaya. Los 3 pisos de los Borich y la chimenea del techo de Cassandra por el que me gustaba ver al horizonte. Lo raro fue ver la imperfección de la tierra a los alrededores lejanos, en un espacio que disponía la porción mas importante del total de mi "mundo conocido". Como si un gran terremoto moviera el terreno y partiera el suelo. Como si fuese arrancado de su lugar y puesto en otro. 

Luego me di cuenta que el vecindario entero había sido "arrastrado" al "mundo nuevo".

Y que yo, de hecho, me encontraba solo, con unas imitaciones de personas sonriendo que se hacían pasar por mis vecinos. 

Hace cuánto tiempo había estado aquí?      

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