jueves, 5 de junio de 2025

 

Las sensaciones traídas por algunos recuerdos específicos me mostraron lo diferente que era el mundo.

Más que nada se sentía en la forma intensa en la que mis receptores se activaban ante los estímulos.

Podría cerrar los ojos y traer a la vida esos instantes del pasado; el saberme despierto y lleno de emoción, listo para ver a mis amigos, o para salir a un lugar interesante juntos. Conocedor de que todo estaba abierto a miles de posibilidades. 

También se guardaron cosas mas especificas como, el ruido de los caños que servían para armar los puestos de una feria de barrio, el agitar de los mantos para resguardarlos, o las maderas cayendo al suelo. Tal vez por estar ligado al descubrimiento y la felicidad.  Me acuerdo la fragancia de las hojas en un día de otoño en que las personas andarían abrigadas. Recuerdo lo que era estar mas conectado y en sintonía a la naturalidad de los días, acorde al movimiento de la gente. Así es, algo tan aparentemente distante como lo era el movimiento de la gente podría repercutir en un estado interno aun estando en el resguardo de mi casa, sin saber nada de ellos. Tanto si había muchas personas como si se palpaba la tranquilidad. La tranquilidad se expresaba fielmente por las imágenes de un asfalto limpio, terrenos amplios descampados y lugares vacíos donde supuestamente debería haber tanta gente como lo es las inmediaciones de unos bloques enteros de departamentos. Una tranquilidad venida con el soplido en pulsos irregulares del viento o con ángulos determinados de un aparcamiento donde los autos solitarios esperaban tras las rejas a que sus dueños los enciendan.  

Recuerdo el color cálido del sol intenso bañando las superficies, de un sol que por aquel entonces parecía brillar más. Recuerdo noches despejadas donde las estrellas de antes serían envidiadas por las de ahora. Así también viene a mi memoria un ritmo completamente diferente del tiempo. Las sensaciones respecto a lo divertido de jugar al futbol, el transitar de los autos, el sonido de las luces de giro y la palanca de cambio de un remisero frecuente que nos llevaba a la escuela, y el adorno que traía siempre se balanceaba por el movimiento cuando mas irregular era la calle por la que nos tocaba pasar.   

O podría mencionar el ruido característicos de los elementos de la bolsita que llevaba al jardín, una tacita de plástico golpeando los cubiertos del mismo material. O el verde de ese pasto que ahora en ese lugar podría parecerse mas a algo tristemente pálido, habiéndosele robado su color.

No es que simplemente tenga nostalgia. Es que me impacta la forma en que las cosas cambian. Y que una misma persona pueda tener un cristal completamente diferente para ver el mundo. En cómo la frecuencia de los segundos puede tornarse en diferentes colores. A veces siento que... "ese blanco no es este blanco" o que " ese azul no es ese otro azul". A veces siento que aquello era mentira o que esto es mentira. O termino por no entender nada. Ya no sé siquiera si conozco aquel niño que fui, como si fuese un desconocido, del que supuestamente crecí. Como si una dimensión paralela estuviera alejando lo "otro" hacia un plano de existencia superpuesto. Siendo yo aquí, mientras él allí. Siendo yo el colapso de un pasado y un futuro que en simultaneidad terminan aquí conmigo en este sentido de ahora. A caso mi yo del pasado se vio alguna vez en un momento delante? a caso mi yo del futuro pensó en su yo del pasado y me está dibujando a mí ahora?  Y cuál podría ser la soga que nos enreda en nuestra total existencia? quizás un escrito que el destino dictó en su cabeza. Podría aquel niño transformarse en eso que es ahora? No, la verdad creo que no.

viernes, 23 de mayo de 2025

(historia)

Había algo incómodo con la presencia de aquel señor. Quizás por algún detalle específico del cual no podía percatarme. Como si no fuera planamente consciente en el momento dado. Consciente de una serie de eventos catastróficos que se fijaban en el sonido ignorado y taladrando del pasar de los segundos en el mecanismo interno de un reloj muerto. Filtrándose así fuera un líquido por una superficie permeable donde los poros son en realidad agujeros finos producto de daños invisibles.

Una incomodidad que, desde un comienzo no parecía tal, pero se acrecentaba con el paso del tiempo, probablemente por los desvaríos de una mente alterada.

Al principio creí que ese hombre estaba hurgando en las flores de mi jardín, tan descuidadamente relajado. Sería un nuevo vecino ya mayor, de los que pueden pasarse todo el tiempo del mundo hablando con otros y paseando. Pero luego me recriminé mi forma burda de juzgarlo, cuando simplemente estuvo con su cuerpo levemente inclinado sobre las flores. 

El extraño notó mi movimiento cuando salí para acomodar algo de ropa y preparar las bolsas con la idea de arrojarlas a la basura. Giró apenas su cara dedicándome una sonrisa cómplice, como quien solo esta observando la "belleza de la vida" y nada más. Posteriormente con sus movimientos sutiles y lentos acomodó la dirección de su cuerpo partiendo hacia su incierto destino, más allá del horizonte de esa larga calle adoquinada.

Lo llegué a ver nuevamente en mi jardín. En esa oportunidad fue cuando escuche su reverberante voz. -Te están viendo- me dijo sin dejar su desencajada e incomoda felicidad, sin apartar la mirada de las flores. Eso me dejó pensando antes de dormir. Quién o qué me está viendo? no eran las flores. Me quería intentar asustar? advertir de algo? Esa noche la ventana mostraba unas cálidas estrellas. Terminé durmiendo en medio de suposiciones inciertas. 

Curioso por saber más sobre el "hombre observador", aproveché a preguntarle a aquella agradable vecina en la primera ocasión disponible al día siguiente. Pero ella no sabía nada.

A los días cuando me disponía a salir de compras por una tarde, me lo encontré en la entrada de mi casa, del otro lado de las rejas, por supuesto. Él estaba como lo recordaba, con su camisa de tiempo pasado, pantalón de vestir de tiro alto y su bastón descuidado. Observaba a mi perro quien, con una absoluta pasividad ni lo registraba.

El extraño dibujó la misma sonrisa de siempre y no pude evitar devolver el gesto asintiendo con la cabeza. A la vez una mueca similar se asomó en mi boca. A continuación dije algo como:

-Es un lindo día. Mi perro no quiere moverse de acá desde la mañana.- Afirmé con la idea de dejar mi acostumbrada seriedad para empezar de una vez por todas a ser sociable con las personas.

- Hmm- Contestó, con un breve sonido de aprobación desde su larga y torcida garganta, pero sin decir palabra. 

El día viernes de esa semana fue aun más extraño. Yo estaba en la plaza del barrio, hundido en mis pensamientos, sentado en un banquillo. El recuerdo se me hace difuso porque parece que tuve un episodio de disociación de la realidad, como ocurría últimamente. "Sentí" que ese hombre se sentó a mi lado. Estuvimos seguramente horas sin hacer nada, hasta que yo me fui. Sin embargo él permaneció inmóvil. 

Las imágenes me vienen ahora alternándose con visiones "extracorporales", la textura del pasto y las hojas amarillentas de otoño, el farol negro de laboriosos detalles, la corteza arrugada del árbol, el viento, las baldosas con patrones, pero sobre todo ese cuadro del cual no me podía olvidar; yo sentado abstraído y él a mi lado, con las piernas abiertas, apoyando su espalda y una mano en el respaldo, dejando su peso libre. Eso si, no entiendo por qué esa imagen no contemplaba la cara del hombre. Como si fuera una foto con un recuadre un poco inusual. 

De hecho no solo el recuerdo era difuso sino que mi visión estaba bastante desenfocada en aquel estado, como si la realidad no tuviera la mas mínima importancia.

La próxima vez que lo vi fue en un día lluvioso. Un amigo me advirtió que no me convenía pensar en una relación con esa muchacha de la que todos hablaban, porque "estaba en otra sintonía", y "tenía sus propias salidas". Sus palabras esquivaban la cruda verdad, sobre su "interés" y la situación de "estar conociendo a otros".

Algo se quedó revolviendo en mi pecho esa vez. No pude ir a mi casa. Mis pies me llevaron por la noche a alguna calle olvidada, para transformarse en mi pequeño resguardo. Me quedé un largo rato allí sobre un pequeño montículo de cemento, empapándome con la lluvia. Fue cuando él extraño vino desde el otro lado, caminando lento. Escuché las gotas caer en su sombrero que traía por primera vez. También en esta ocasión disponía de un saco marrón. Quitó un paraguas desde su interior y lo abrió ubicándolo extrañamente a un costado, donde no había nadie, para proteger del agua un espacio vacío. 

No sé si le fallaba la visión o si era ciego, pero si pretendía darme cobijo entonces no lo logró. Tal vez creía que había alguien más allí o quizás era su manera de querer ayudarme. 

Paso mucho tiempo y no lo volví a ver hasta aquel día de cielo despejado. Yo caminaba de vuelta a casa lamentando desviarme unas cuantas cuadras por temas de construcción y reparación.

Estaba por retomar mi ruta conocida cuando me llamó la atención el dibujo de un muro en el callejón sin salida mas cercano a la tienda de antigüedades. Entre las irregularidades de los niveles de aquellos ladrillos se vislumbraba la pintada de un vórtice en un estilo de trazos fuertes, desprolijos y remarcados. Sentado en frente de este aparecía el extraño. 

La confusión ante tal hecho hizo que me detuviera de lleno e intente hablarle. Pero antes de llegar a una posición cercana me señalo el vórtice. Unos segundos mas tarde, mirándome fijo a los ojos, dirigió su dedo marcando su cabeza. Acaso ese vórtice estaba en su cabeza? o intentaba decirme que en la mia? 

Después de ese encuentro frecuenté el vórtice aunque no lo volví a ver.

  

 

      

 

domingo, 4 de mayo de 2025

La tranquilidad se posó en la ventana sobre la superficie de madera que hacia de la parte baja del marco. Como si fuera la propia presencia de la calma quien quería ver hacia fuera. Presionó en cada centímetro de la lisa estructura y se difuminó hasta ser indistinguible.

La escena se contemplaba cálida. A través de la ventana entraba una luz suave que golpeaba sobre los mismos muñequitos de plástico allí ubicados. Propiedad de la familia. 

Antes habían pertenecido al niño de la casa, que ahora dormía en un féretro no muy lejos de allí.

Los muñequitos tenían cada uno una determinada pose, algunos eran trabajadores, otros cocodrilos o leones antropomórficos, gnomos cocineros o jugadores de futbol. Cada uno parecía contar una historia. Estaban ubicados en cierto ángulo lo que los hacia desprender una rara naturalidad. Algunos enfrentados con otros como si estuvieran platicando. Y otros veían hacia la misma dirección como si tramaran algo.

El ahora niño de la casa una vez jugó con ellos cuando era muy muy pequeño. Pero luego los padres decoraron aquel rincón con estos, y nadie quiso desacomodarlos. Era tanto así que algunos pudieron acumular algo de polvo y pelusa, incluso casi todos se vieron vestidos con unas elegantes telarañas. 

Quizás era descabellado pero el niño de la casa no era como cualquier otro. Él no estaba loco. Sentía que aquellos muñequitos tenían vida y que, de hecho, cuando nadie los observaba platicaban divertidos unos con otros.   

En una calle cualquiera, se presentó la imagen de su fantasma, en paramos tan inciertos y difusos como lo era su identidad. Con una música de fondo marcada con las notas preciosas de la caída de hojas marrones y amarillentas de otoño, junto al viento tempestuoso.

Al igual que aquellos arboles, las casas se juntaban haciendo fila a cada lado, para llegar al horizonte.

Y en las ventanas se veían las familias felices.

 

Al principio no sabía como era perderse entre las cortinas de un escenario vacío. Casi como si el telón "siguiera cerrado", podría decirse que era lo mismo.

Estaba parado en medio con las luces de sus ojos enfocando la fragilidad de mi alma. Eran infinitas agujas clavándose. Y sin embargo de a poco su insensibilidad empezó a ser costumbre.

La función parecía llena. En las butacas las personas aparentaban estar calladas.

Pero sus murmullos se elevaban tal pensamientos escritos por encima de sus cabezas, exponiendo la verdad de su nada, de sus miradas blancas, de sus agujeros profundos del pecho hueco, que invisibles e inestables palpitaban secos. La verdad en sus enmarañados hilos de la mente, en sus corruptas bocas desgastadas.

No sabia lo que era... fundirse con el fondo.

Yo soy parte del fondo pero ahora están iluminando a otros actores. Hasta que ellos se vuelvan fondo...

e incluso no saben que su persona también empezó  a desvanecerse con la oscura sensación de un vacío eterno. Lo entenderán cuando se vean perdidos frente a una multitud que era falsa, que pensaban estaba fuera de la escena pero que, sin embargo, era parte. Y que al final el observador era uno que se estaba viendo a si mismo... fundiéndose en el fondo.

viernes, 17 de enero de 2025

lunes, 13 de enero de 2025

 

Por qué las agujas siguen marcando

ese silencio tan exacto, 

que se queja, se retuerce y se asfixia, 

con un desesperante silbido de respiración fallada.

Ese silencio clavado en un recuerdo o en algún otro pedazo,

Ese silencio que gira en círculos y se raspa con las piedras hendidas,

y rasga con sus uñas las paredes por las que se resbala dejándolas heridas,  

queriendo escapar de la oscura caverna, 

cual monstruosa boca del fondo de las tinieblas 

exhala un repudiable aliento de peligroso placer,

produciendo un incomodo calor repugnante 

sintiéndose en tus oídos delirantes,

Asquerosos labios secos que escupen un secreto. 

Una presión aparece para dejar malestar en puntos indeterminados de la piel,

y hace reverberar la maya del espacio 

que contienen todos los tiempos desencajados.


Ese silencio le habla al abismo perdido en el rincón mas lejano... 

para fundirse juntos y ser tan eternos como huecos.

Ser tan perdurablemente efímeros y difusos.

Para hacerse parte del todo reflejado desde la nada.  

Donde las agujas enmarañadas del reloj corren descoordinadas, 

Por qué las hojas quedaron escritas llenas de palabras vacías,

de sentidos perdidos en segundos difusos volando como cenizas

Acaso no las ves diluirse en una nota alargada hasta su descenso?

Qué diminuta línea separa una ceniza perdida de una chispa de magia.


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Soy un chico que le gusta todo lo que tiene que ver con los misterios y lo fantástico. Y creo necesario la reflexión como método de superación y entretenimiento personal. Soy alguien que intenta demostrar que el mundo puede ser un lugar más interesante si le prestamos más atención a otras cosas. Siempre estoy ahí dejando un poco de duda o charlando de cosas nada habituales xD. Aprendí que la oscuridad y el caos son necesarios para equilibrar la superficialidad que estamos acostumbrados a observar. Soy bastante tranquilo, y un poco introvertido. Me gusta leer y escribir sobre misterios, psicologia, reflexiones varias, astronomía, y teorias sobre ciencia física etc.