La soledad no era algo negativo. A mi manera aprendí a apreciarla. El discurso propio es importante y al final también es una parte que nos hace.
Cómo ocuparás tu tiempo cuando no hayan miradas? qué palabras te dirás? qué es lo que preferirás contarte? cómo molderás el mundo? cuáles son las aspiraciones que te roban el aliento y a la vez que te hacen respirar?
Sin embargo hay veces que la soledad... trae algo incomodo. Lo sentí aquella vez cuando supe la gran perdida que tendría. Cuando sientes que hay un antes y un después. Cuando tu mente se descompagina.
Y te das cuenta que... aquello no podría haber ocurrido de la misma manera o no sería igual de sentido si no hubiese ocurrido aquellas otras cosas en el pasado. Casi como si el camino trazado te estaría diciendo que eres el condenado, que de las miles de opciones había elegido ser así.
Cómo hacerle frente a mis días?
Cómo reparar el desastre de la tormenta?
La soledad… también sirve para valorar momentos. Para inspeccionar el cambio en el ambiente. No sería lo mismo el sonido de la lluvia al caer, el olor a húmedo, el efecto de reflejo en las superficies mojadas en el asfalto gris, no sería lo mismo la sensación que desprende un pasto que se vuelve mas oscuro. Que esconderán las nubes oscuras? por que el ambiente se vuelve tan diferente? Por qué el aire se electrifica? por qué siento algo raro al rededor?
Un abrazo del pasado que no regresara jamás. Pero del cual aun te rindes como si estuviera aquí.