Un día todo lo que creíste será desmentido con un simple acto.
Y lo habitual de sentirte contento y quedarte asombrado se verá inevitablemente falso... La exaltación por la plenitud o la sensación de la esperanza del futuro se convertirá en una incomodidad en tu alma. Que ya no se trata de un paso entre los estados sino que es un punto acabado de oscura perpetuidad, de no retorno.
Un día te sentirás desconectado, incompleto, confundido, pero sobre todo tan insignificante que sabes que no hace falta hacer nada más. Nada cambiará el hecho de encontrarte tan aislado.
Un día el silencio y la quietud abarcaran la infinitud. Y sentirás por primera vez que detrás de la llamada, detrás de esa voz que del otro lado habla, en realidad no hay mas que el tono intermitente y muerto de la fría realidad. La realidad de que no hay nadie.
Recuerdo lo que se sintió por primera vez. La desesperación, los nervios, la agitación, la crudeza de verte aterrorizado frente a la nueva noción de aquel encuentro inesperado. Allí cuando no hay ni un plan de contingencia. Y la mirada nunca llegaría a imaginar siquiera que algo así habría llegado para devorarte. Donde del espanto se pierde el camino y de tanto que te pierdes hasta te sientes en otro mundo viendo las cosas pasar.
Ver que allí donde debiera haber algo, que viste crecer, que creíste y al que le dedicaste mas que un suspiro, en realidad no era nada.
Algunos intentan tapar de recuerdos impostados el frio vacío. Otros toman piezas y arman una escultura a la que veneran. Otros enloquecen, otros chocan contra su último muro donde le espera la muerte. Pero quién en su sano juicio se quedaría viendo el cristal del negro vacío? Cuánto se puede estar allí atrapado colmado de tanto sin sentido que incluso percibes un pequeño movimiento en el fluido del espacio, que sientes a la oscuridad mecerse manso en puntos diferentes?
Cuánto tiempo pasó como para comenzar a percibir los límites de tus ojos hipnotizados de líneas enmarañadas... colapsar en el fundido siniestro de la nada, y entender de la incomodidad que de ellos se desprende en el brillo del reflejo en su mirada cristalizada... tal si fuera el espejo de un cuarto apagado al que le llega una luz desde alguna dimensión ajena que permite dibujar su figura entre la mas pura tinieblas.
Cuánto tiempo pasó que pudiste salir de tu cuerpo aparentemente íntegro volviéndote ese observador inadvertido descubriendo su propio final. Por qué ya no agitas con ganas la inmovilidad de tus hombros gélidos creyendo que despertaran.
Repudias esa mirada que aquel extraño desgasta, desgarrando el velo que su frente tapada... que te asusta, tal si fueran la frecuencia del ruido blanco de una tele en ausencia. Cuánto tiempo pasó que tu consciencia comenzó a escuchar los ecos de las risas pasajeras difuminarse con las hojas de otoño o con los impulsos desarticulados de momentos tergiversados de una mente enferma, que intentaron convergir en la ultima basa de magia moribunda y chispeante, anhelando hacer la hazaña cuando en realidad la ironía y la broma los superan. Cuándo te atreviste a observar las espumosas humaredas de recuerdos salir por esos labios entreabiertos, escuchando sus alaridos agónicos en su ritmo turbulento al girar en los remolinos negros donde finalmente desaparecerían desvanecidos...
Ver la escena me recordaba a sentir una goma estirarse o me hacia imaginarme una criatura luchando por su vida mientras las manos espectrales aparecían desde la nada aferrándose a su cuello para estrujarlo.
Esos recuerdos terminaran en el punto de partida donde los mismos sueños te hicieron vivo...
