sábado, 9 de septiembre de 2023


Mientras la oscura consciencia lo distraía frente a valles escarpados e irregulares nunca antes vistos, él se encontró de repente al borde del universo. Allí se vio deslizándose hacia un profundo abismo cósmico, un agujero negro perdido en la vastedad. Y mientras caía desde una pendiente hasta el núcleo de la oscuridad, la sensación de despersonalización lo envolvió. Al traspasar la superficie, su cuerpo se disolvió en una cascada de ceros y unos, desde los dedos de sus pies hasta la cima de su cabeza, como si fuera licuándose y le arrancasen la piel a jirones. Como si una línea divisoria le mostrara el comienzo de un nuevo mundo.

Al cruzar el umbral en su nueva forma indeterminada, emergió en un universo adornado con pantallas rectangulares, dispuestas en un patrón interminable que evocaba un vórtice en constante movimiento, sus colores centelleantes.

A veces, las pantallas parecían converger hacia el centro, formando espirales que se desplegaban en bucles insensatos. Otras veces, proyectaban figuras familiares: ojos que observaban, sonrisas burlonas en bocas anónimas, y personas de espaldas que evocaban una extraña familiaridad.

Su código continuaba ejecutándose en esta "simulación".

Mientras su respiración se convertía en una suerte de escritura en línea de comandos propia, se dio cuenta de que este mundo respondía a sus instrucciones. Unió el código binario con la misma destreza con la que antes ensamblaba letras, conectando palabras como quien entrelaza pensamientos. Mientras la destrucción se infiltraba con virus multiplicativos en su ser, ahora más ambiguo que nunca, luchó por mantener la calma.

Espontáneamente, sus funciones se debatían por el control dentro de los límites que lo separaban del mundo exterior, erigiendo barreras ante fragmentos importantes: 01100010 01101111 01110011 01110001 01110101 01100101.

De repente, la máquina se detuvo. Se sintió varado en la oscuridad, sin ninguna pista que indicara una salida de tal situación.

Pero desde una estrella distante y latente, comenzaron a desprenderse estructuras. Letras extrañas de colores inusuales cayeron como gotas de lluvia, salpicando el paisaje que lo rodeaba, incluso en lugares donde no parecía haber superficie. De estos choques surgieron proyecciones holográficas, como si una lámpara en una habitación estuviera perdiendo contacto o una televisión mostrara una imagen distorsionada antes de acomodarse.

¿Es esto lo que el mundo es en realidad?, pensó.

De alguna manera, se dio cuenta de que podía abrir los ojos y, con el primer parpadeo, los hologramas comenzaron a tomar un significado más claro. A medida que sus párpados se alzaban, imágenes reconocibles se superpusieron a las estructuras, como si una capa superior las recubriera para intentar camuflar su apariencia: texturas de paredes, campos de pasto verde, objetos como mesas y muebles. Volviendo al mundo del que había partido. 

Su vida ahora estaría allí adelante, esperándolo, desperdigada con el dibujo de decorados suspiros desde el interior de su caos, salpicando el paisaje. Pero nunca sabría que en un futuro él estaría observándose a sí mismo desde el reflejo de sus propios ojos viéndose sorprendido encontrándose.  

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