Recuerdo intensamente aquel viernes, ya que se suponía que iba a ser un gran día. Incluso ahora cuando la vida parece seguir firme, dejando todo atrás, con sus problemas diarios o sus alegrías repentinas, no hay manera de olvidar cuando se está a un paso del horror oculto y principalmente si aquello desacomodó las piezas de una existencia.
Bueno, aquí me tienen, relatando la historia que terminó siendo absolutamente lo contrario a ese gran día, cuando las hojas de otoño me roban el suspiro y el viento me susurra sobre pasados dolorosos contagiándome las ganas de realizar un relato.
Todo había empezado bien… las sensaciones removían el aire, desplazando corrientes suaves o potentes dentro de unas paredes. Como si solo se pudiese esperar algo bueno de ello. Me desbordaban, me alegraban dándome fuerzas… O al menos así lo sentí.
Tenía unos 13 años de edad, en aquel entonces la vida pasaba sin muchas preocupaciones más que el de los estudios. Pasaba semejante a una gran aventura interminable, en la que podías encontrar tesoros dispersos por todos lados, si es que sabías donde buscar. Más bien no era el encuentro final de algo, sino el comienzo de una búsqueda lo que traía las más grandes expectativas, en una revolución completa de los mecanismos y lo estrictamente establecido.
Pues eso era justo lo que estaba pasando, una idea sutil asomando, unas sensaciones nuevas arribando a mi mundo que aun no demostraba la fatiga del cansancio.
Había llegado el esperado viernes en el que nos encontraríamos todos.
Me acuerdo haber descansado bien, tan bien que casi sonrío estando en la cálida cama, mientras sueños perdidos me embriagaban entre un estado desconocido a medio camino del consciente e inconsciente. La comodidad ajustándose a la extensión de mi cuerpo, junto con la tranquilidad de saber que recién todo comenzaba...
Mis ojos finalmente se abrieron de forma sumisa, en ese momento fue cuando la ansiedad me atenazó.
Un día y una noche en la casa de Fernando.
Preparé la mochila suponiendo que haríamos un gran campamento. La casa tenía un gran patio trasero unido a extensiones de terrenos según el dueño, donde podríamos estar sin la molestia que genera a los padres tener chicos corriendo dentro.
Desde comenzada la tarde hasta pasar la noche completa... ese era el plan, pero para nosotros era como si nos fuéramos lejos por una semana.
Empaqué, una linterna, provisiones de comida, galletitas y otros dulces, una cuerda, un cuchillo de caza sacado sin permiso, unos largavistas, una bolsa de dormir, algo más de ropa abrigada y demás. Podrías pensar que lo tratábamos tal si fuese un excitante juego de exploradores.
Mi padre me llevó en el auto...
Cómo olvidar el plácido recorrido hasta el destino... mientras miraba asombrado como el día me regalaba una tarde soleada como pocas que habría visto. Percibiendo con mis ojos colores y formas. Captando un espectro vasto desprenderse de cada cosa. Junto con fragancias ricas, manteniendo en un cambio constante las sensaciones; un exterior moviéndose... el típico vecindario de sueños, con casas preciosas, un viejito regando las plantas, un padre enseñándole andar en bici a su hijo, el grupo cool divirtiéndose por las calles, la muchacha paseando a su perro. O quizás el perro paseando a la muchacha. Mientras el cantar de los pájaros componía la canción de fondo tras las sombras y las luces de un cielo cubierto de ramas a los lados del camino al avanzar.
Le había dejado la indicación a mi padre como era debido, Fernando comentó que lleguemos todos por la parte de atrás.
Por allí la entrada enorme se hallaba desvencijada. Contenía un puesto de vigilancia en la parte derecha, seguramente utilizada tiempo atrás. Bajé con mi padre del auto, a continuación dimos unos pasos hasta esa galera y él se sorprendió al ser testigo...
Entre un pequeño hueco me preguntaron:
-Cuál es la contraseña...?-
...
-Viejo árbol sombrío- dije despacio...
Después de unos segundos en los que dos personas parecían debatir entre susurros, apareció uno de mis amigos y luego otro por detrás de este. Abrieron el portón.
Mi padre se había quedado pasmado. Yo lo saludé apurándome a ingresar.
Luego lo escuché decir un "que se diviertan, cualquier cosa me llamas"
Aquel patio era enorme, había sido dejado un poco al cuidado de la naturaleza; el pasto crecido y los árboles se dispersaban decorando el lugar. Sin embargo la tierra ayudaba a crear caminos, incluido el principal por donde podían llegar autos y grupos de personas ya que era ancho, pero a este se le sumaba solo un par de opciones más, algo más estrechos y con raíces interrumpiéndolos aquí y allá.
Detrás de un árbol sacaron unas bicicletas. Me prestaron una para proseguir.
-Cómo estás? no podíamos esperar a que vinieras...- Empezó uno de ellos
-Estoy bien, tuve un pequeño problema con mi mamá, pero mi papá me ayudó a convencerla. Si no fuera por eso no hubiese podido salir...-
-Por cierto, tu padre se quedó sorprendido por lo de la contraseña...- continuó más divertido.
Mirando hacia atrás pude notar su silueta aun permaneciendo inmóvil...
-Sii, no se lo esperaba- les dije riéndome.
-Quieren acelerar el paso?- sumó finalmente quien faltaba hablar de nosotros, con una voz más aguda y simpática.
Por qué no??... respondí.
Así que andamos por el camino irregular que terminó siendo más largo de lo pensado...
Al llegar vi aquel árbol alto... y si no fuera porque alguien tiro una pequeña escalerilla, no me habría dado cuenta de la casita de madera construida encima.
-Suban- gritó alguien desde arriba...
Una vez entré agazapado por el pequeño marco que funcionaba de puerta, estaban dos más de mis amigos sentados como indios. Los imité.
La casita del árbol no era lo que se diría grande, sin embargo el espacio era algo mayor a lo habitual en dichas construcciones y esto se debía a las peculiaridades del árbol. La familia de Fernando encontró en aquel deformado tronco una forma creativa de hacer la casita más que notarlo como un impedimento. Y este era el principal motivo de por qué no le aburría, entendí. Lo escuchaba mencionar constantemente que era su parte favorita de la casa, claro si contamos el exterior.
La construcción tenía una ventana, a través de ella aparecía una hermosa y enorme casa a media distancia.
Era la primera vez que Fernando me invitaba a su hogar. Él era uno de los que se encontraba más lejos en comparación con otros de mis amigos, aunque no necesariamente estaba distante. Hay casos de chicos que viajan muchísimo para ir hasta su escuela, este no era el caso. Porque de hecho, él también era mi compañero de clases. En este aspecto era completamente normal la distancia.
Saludé por supuesto al incorporarme a ellos. Allí sentados estábamos al fin, los cinco.
Fernando saco un papel, lo que a simple vista parecía un dibujo. Rápidamente me di cuenta que se trataba de un pequeño mapa hecho apresuradamente sin complicaciones.
-Acá está mi casa... En unas horas vamos a preparar el campamento en este sector- señaló haciendo un círculo con su dedo en el lugar aproximado.
-Hasta entonces podemos explorar un poco por acá ya que si bien ya pase por ahí es por donde menos veces lo hice... Podemos jugar a las escondidas y después comer junto a la pileta si les parece...-
Uno dijo…
-No importa... vamos viendo en la marcha, no es necesario que este todo planeado.- con marcada gentileza.
De hecho lo mejor era esa sensación de estar haciendo algo nuevo. Todos estábamos entusiasmados, se leía en cada gesto. Sin embargo nadie tenía nada en contra de ese plan necesariamente...
Habíamos paseado un rato por los terrenos mencionados por Fer, aquellos lugares por el que no había pasado tanto. Intentábamos encontrar puntos de interés inexplorados por él, una roca rara, una marca en el suelo, un tronco quemado o caído, un trozo de tela enganchado en las ramas… y preguntarle si es que sabía algo sobre ello.
Yo soy de esas personas que disfruta simplemente de la presencia de sus amigos más allá de tener o no algo establecido para hacer, y notaba que mis amigos también. Nadie pretendía encontrarse de repente con algo asombroso como un fantasma o alguna sorpresa hecha por Fer. Nunca entendí a aquellas personas andar aburriendo constantemente. La situación en ese momento me suponía algo entretenido ya de por sí.
Creímos en algún momento escuchar algo moverse en los yuyos. Agarramos unos palos y nos fijamos apresuradamente, pero no descubrimos a qué se debía ese sonido ni lo volvimos a oír.
-Fer, tus padres te dejan alejarte tanto? este lugar es enorme...- preguntó uno de los chicos intrigado.
-La verdad no me dejan, pero a veces me gusta venir por acá, así veo algo distinto, en mi casa todo es lo mismo.- Contestó pensativo.
Esa era una de las principales razones por las cual me gusta salir y estar con la naturaleza, ahora lo entiendo... Se rompe la monotonía de lo cotidiano. Uno nunca termina de contemplar totalmente lo que nos puede brindar la naturaleza por ser inmensa e ilimitada.
Siguió después de unos segundos…
-Creo haber escuchado que el terreno está limitado por una valla, pero yo nunca tuve la oportunidad ni la necesidad de verla en las zonas más alejadas.-
Sin más volvimos.
En el trascurso comimos algunas de las galletitas que llevé antes de probar la comida mencionada por el dueño de casa, sin embargo las demás reservas las guardaríamos para más tarde... teníamos hambre por ende avanzamos rápido.
Fer nos indicó que nos sentáramos en una mesa próxima a la pileta, ya más cercana a la casa, aunque aun la separaba un patio liso de pasto muy verde con alagunas flores y arbustos. Me pareció raro desde un principio que la pileta no esté “pegada” a la casa.
Me atreví a pensar en consecuencia que quizás fue una decisión de los padres mantener a Fer y a sus amigos alejados cuando estos vayan, aprovechando a demás la poca utilización por parte de ellos. Aunque por supuesto, por qué sería esa la verdadera razón?. No sería más simple opinar que compraron la casa así?
Nos encontrábamos aun al aire libre, en aquella mesa esperando la comida.
Se nos ocurrió molestar a Fer y gritamos llamándolo incluso si este no nos escuchaba, apurándolo para la llegada de la comida.
Después de unos diez minutos traía dos platos llenos de hamburguesas, casi se les caen algunas, pero asustadamente mantuvo el equilibrio...
Yo me reí sumado con uno de mis amigos, mientras el otro abrió los ojos como si le agarrara pánico.
-Es que es comida- se excusó cerrando los ojos y cruzando sus brazos, al notarme viéndolo y acentuarse más mi risa...
Nuestro amigo faltante decidió disfrutar de la pileta.
Lo extraño empezó a la noche. Habíamos preparado el campamento con ciertas dificultades para hacer la carpa, cuando fuimos nuevamente a la mesa a pasar el rato. Mis amigos hablaban entre ellos, yo no pude evitar contemplar la casa, ver aquellas ventanas, algunas sin cortinas, imaginándome lo que habría dentro envuelto ahora entre la oscuridad casi completa. Fue cuando note un movimiento dentro de la casa… un extraño movimiento. Al menos me pareció notarlo... pero no estaba completamente seguro. Se me ocurrió por esto preguntarle a Fer…
-Tus padres aun están despiertos...?-
Eran las 2 am y si bien no era muy tarde puesto que la noche recién comenzaba para nosotros, pensaba que sus padres estarían durmiendo tomando como referencia la oscuridad de la casa.
-No se… por qué preguntas? mis padres no están ahora. Salieron desde ayer y no van a volver hasta mañana.-
Una extraña sensación me vino con eso... seguramente era mi impresión, una equivocada impresión de movimiento producto de algún fenómeno óptico, pero no pude sacarme aquella angustia que acongojó mi pecho hasta después de un par de minutos cuando el hecho paso ni siquiera como mera anécdota.
Después de jugar un rato y corretear cerca de la mesa, el silencio invadió nuestro espacio. Un rato de tranquilidad nunca viene mal para quienes saben apreciarlo. Desde entonces el viento comenzaba a rugir, minutos más tarde, unas nubes negras se incorporaron.
Estábamos preparados, si bien el día fue hermoso, las noticias pronosticaban una tormenta.
De todas maneras no íbamos a perdernos de la única oportunidad de estar allí. Por eso nuestra decisión de juntarnos a pesar de todo.
Nos preparamos para irnos al campamento, ubicado al este.
Mis amigos se levantaron de la mesa. Yo fui el último en hacerlo, me agradaba estar allí. Cuando el impulso de mi cuerpo desprendió la energía necesaria para completar la acción, me quedé parado en frente de la majestuosa casa.
Era como si un desafío final se estaría dando. Pero nada ocurría tras esas oscuras ventanas. El viento susurrante que se acentuó fue mi señal para dejarlo y partir. Fue en ese cambio de dirección de mi cabeza, en esa sutileza, en los espacios encontrados por el rabillo del ojo lo que me hizo desencajarme por completo al notar nuevamente una presencia, simplemente una presencia y luego su posterior extraño movimiento, descubierto a "mitad de camino", lo que se convirtió en bronca por encontrarme tan confundido como la primera vez percibida. Realmente había algo?
Las imágenes que me vinieron conforme a ello, fue producto de imaginaciones sacadas tal vez de alguna pesadilla, pero nada correspondiente a lo que acababa de suceder; Una figura aparentemente humana se encontraba como una estatua viendo hacia afuera a los chicos. Cuando alguien de ellos pareció notarlo, se agazapó y se movió hasta ocultarse por los pasillos. Yo pude contemplar la misteriosa figura desde el torso hasta la cabeza, después, sus piernas y manos se perdían como si estuvieran disueltas con la oscuridad, más la totalidad de aquel ser era difuso por esta, como un camaleón atrapado solo por la diferencia entre las luces y las sombras, resultando ser relativamente solo aquello hasta lo que uno puede captar.
Una parte de mí dispuso que habían pasado horas hasta que me restablecí en la vida real, a otra parte le pareció haber sido solo milésimas las utilizadas para reproducir dicho ensueño. Lo cierto es que mis amigos aparecían exactamente en el mismo lugar en el que los dejé cuando se interrumpió mi conciencia.
Volví mi cara para apreciar la casa sin perder ningún detalle, como alguien enojándose por ser burlado.
-Chicos…- dije finalmente.
-Creo que vi a alguien dentro de la casa.-
La seriedad de mi voz produjo el efecto deseado...
-Pero no puede ser, no hay nadie en este momento. Te dije, mis padres no están...- incomprensiblemente manifestó Fer.
Al ver mi cara de preocupación Fer asimiló que no se trataba de un chiste.
Todos nos escondimos en las inmediaciones tras un árbol junto a una bajada.
Desde allí pensábamos percibir algún movimiento nuevamente en lo posible.
-Estás seguro?- interrogaron...
-Sinceramente no, pero me dio esa impresión…-
-Muy bien... hiciste bien en avisar, si hay alguien realmente fue a tiempo, por lo menos no nos va a tomar por sorpresa, no otra vez.-
Fer continuó rápida y enfáticamente,
-No hay manera de comunicarnos, los dos teléfonos están adentro, qué hacemos?-
-Primero hay que asegurarnos, no nos desesperemos. A caso no lo escucharon? Dijo que fue su impresión.- Contesto nuestro amigo.
Pasó una hora sin notar ninguna presencia dentro de la casa. Comenzaba a hacer frio.
Al verme avergonzado por no ocurrir nada interesante me pareció correcto dejar esa idiotez. Aun se reproducía esa molestia insistente e intensa en mi mente intentando desentrañar si se trataba de engaño o realidad.
-Mejor vamos a la carpa chicos.-
Al llegar al lugar nos sorprendimos al toparnos con la carpa deshecha.
-Nooo!!- exclamó Fer, al sentir sus esfuerzos en vano.
-El viento tiro todo... vamos ayúdenme antes de que se largue la lluvia.-
Una vez terminada la carpa entramos sin esperar nada.
-Alguien se sabe una buena historia de terror?- pregunte.
-Yo sé una...- dijo uno de mis amigos.
Nos acomodamos para escucharlo, una linterna se encendió y fue dejada en el medio para generar el ambiente deseado.
Esperando a que finalmente comenzara notamos, en cambio, una sonrisa...
-No me sé ninguna...- Declaró tentándose.
-Que idiota... al menos invéntate una…- reclamamos.
-Pero no soy bueno con eso... Ahg está bien...-
-Había una vez cinco chicos...- mencionó desganado.
Yo miré a mis otros amigos con complicidad y no nos pudimos evitar una mueca de sonrisa.
-Ellos eran muy amigos- prosiguió...
- y decidieron juntarse en la casa de uno de ellos.- hizo una pausa.
-Todo iba muy normal cuando extrañamente alguien comenzó a enloquecer con que había una presencia en la casa.- Dijo mirándome directamente a mí burlonamente.
Todos nos reímos a carcajadas...
Una voz interrumpió el momento…
-Qué sucedió luego?.-
Fer y yo seguimos la insistencia de nuestro amigo...
-Es cierto... que sucedió?- pronunciamos al unísono.
-Bueno, eso lo veremos...-
-Cómo es eso de “ lo veremos”?-
-Si, miedosos, vamos a echar un vistazo, va a ser entretenido...-
Nuestras expresiones alegres se apagaron de repente.
Nos abrigamos y preparamos, llevábamos linternas, cuerdas y otras cosas junto a algo para defendernos. Aunque al decir verdad, estoy seguro, nadie esperaba chocarse con un intruso.
-Espérenme- dijo Fer.
-Voy a buscar mi linterna en la casita del árbol...-
Lo vimos alejarse apresurado...
Después de un corto tiempo ya regresó algo agitado.
-Vamos...- desprendió mientras agarraba su mochila.
La lluvia se largo intensificándose levemente hasta un punto abrupto. Fue el principal motivo por el cual quisimos entrar en la casa lo antes posible.
En frente teníamos las escalerillas de la puerta trasera.
Fer manoteó la llave dentro del bolsillo derecho de su pantalón. Dimos los últimos pasos expulsando humo por la boca en cada respiro sumándose a la neblina. Nos preparamos antes de ingresar ayudados por un pequeño techo cubriéndonos de la lluvia.
Una vez cerrada la puerta, la casa se presento silenciosa y tranquila, el sonido de la lluvia menguó a una música hipnótica.
Encendimos las linternas y nos armamos con lo que teníamos... en mi caso llevé el cuchillo de caza.
Fer sacó nuevamente el mapa enseñado ya desde un principio, esta vez extrajo un lápiz de su mochila y completó con unos pocos garabatos algunos sectores de la casa...
-Estamos justo en la entrada de atrás- Expreso marcando a la vez una X.
-Podemos revisar si el intruso esta cerca de la ventana donde pensó verlo nuestro demente amigo...-
-Me parece que lo vi en la última ventana del primer piso a la izquierda.- Desprendí al instante.
-Bueno, eso es la habitación de mis padres- dijo Fer. Nos mostró dónde marcando otra X.
Guardo el papel.
-Subamos, síganme.-
Nuestros sentidos parecieron sensibilizarse a causa de nuestra atención. Era extraño ver una casa ajena sumida en la oscuridad como si un velo de misterio cubriera cada superficie. Como si estuviéramos profanando algo prohibido en un momento, para colmo, no oportuno.
-Vi una sombra en ese cuarto que pasamos- expresó uno de mis amigos cuando estábamos próximos a la escalera.
Fer pregunto dónde. Todos volteamos hacia atrás junto con él...
-En la primera puerta está la cocina, en la segunda el comedor...-
-Fue en la segunda- confirmó...
Yo encabecé el grupo, me acerqué de la forma más imperceptible que pude. Apartando suavemente la puerta le eche una mirada al espacio revelado.
Una cortina blanca danzaba por el viento y de ella se desprendía la sombra de la rama de un árbol moviéndose por la tormenta.
-No es nada...- les conté de forma tranquilizadora. -Solo la rama de un árbol.-
Subimos las escaleras intentando no generar ningún ruido.
Ante nosotros se abría un pasillo con varias habitaciones. Estaba decorado por pequeños muebles, algunos tenían flores, otros fotos, también en las paredes habían un par de cuadros de quien sabe qué. Eso fue apenas lo que pude descifrar.
La luz de los relámpagos nos daba unos segundos de iluminación en donde entendíamos el panorama.
Allá al fondo se localizaba la habitación de los padres de Fer, con la puerta apenas abierta.
Apagamos nuestras linternas cuando Fer rompió el silencio con sus susurros.
-Ahora miramos rápido estas habitaciones... me parece lo mejor antes que molestar a mis padres por nada.-
Y de hecho se me ocurrió lo más lógico también, no sea que genere una falsa alarma por mi culpa.
Sin darnos cuenta de repente estábamos revisando las habitaciones, pero nos habíamos dividido, dos revisando las puertas del lado izquierdo y otros tres revisando las del derecho.
La modalidad era ver por la ranura o empujar la puerta hasta lograr ver el interior, si no veíamos nada raro por unos segundos entrabamos y revisábamos mejor con nuestras linternas, luego la apagábamos volviendo a realizar el mismo simple modus operandi.
En una ocasión tuve que apurar a mi compañero, se distrajo viendo un estante lleno de libros y decoraciones.
Pero no encontramos nada, los cinco juntos decidimos ingresar en el último cuarto a revisar, el de los padres de Fer.
Un poco más confiados simplemente empujamos la puerta dejando a esta abrirse sola. El cuarto nos saludo con relámpagos y una cama desordenada.
-Si hay alguien adentro, salga!- pronunció intimidantemente Fer.
Nada paso.
No sabíamos bien cuanto tiempo transcurrió en la exploración de la vivienda, pero se me hizo que cada uno de nosotros tenía ganas de volver a la carpa a pesar de la lluvia, o incluso pasar por la casita del árbol, así ocupar los pensamientos o esfuerzos en otra cosa.
Cuando volvimos no dejamos de ser precavidos.
Fer junto a dos de mis amigos decidieron revisar de pasada la cocina y el comedor antes de irse.
Ellos no vieron nada extraño, pero aquel reloj de la cocina sonaba intranquilizadoramente... por alguna extraña razón, juntos, se dirigieron a la ventana quizás abducidos por el pensamiento de alguien entrando por allí. La reflexión era probable, pero Fer recordaba haber dejado la ventana abierta unos centímetros por orden de sus padres...
De repente la puerta se cerró de un golpazo, dejándonos separados momentáneamente.
-Uy qué paso?- preguntó mi amigo ubicado al lado mío, preocupado.
Ellos contestaron que al parecer el viento cerró la puerta. Esta se nos hizo imposible de abrir.
-Ok no importa- apuro a tranquilizar Fer...
-Vamos a salir por la ventana y nos encontramos afuera.-
Esperamos a escuchar como ellos salían por la ventana.
Fue gracioso imaginarlo cuando uno de ellos se quejó enfadado por haberse enganchado.
Posteriormente continuamos nuestro paso.
-Oh oouuh...- soltó mi amigo.
-Qué? qué paso?-
-Creo se me cayó la linterna sin darme cuenta...-
Mirando sobre su recorrido dilucidó… aquello que brillaba escaleras arriba debía de ser su linterna. Se dirigió rápido a esta, mientras yo estaba al lado de la puerta del comedor, viéndolo.
Cuando mi amigo iba por el medio de las escaleras, sentí un frio helado en la nuca, un frio recorriendo mi columna vertebral, haciendo asustarme.
Viré mi cabeza despacio, asustado a la puerta, percibiendo su apertura fantasmal.
Fue cuando creí que en uno de los rincones del comedor estaba aquello mirándome...
Aquella circunferencia era su cabeza? entre la iluminación del exterior y las sombras aparentaba haber algo... y yo debía esforzar hasta el límite mis ojos para notarlo.
Llamé a mi amigo aterrorizado...
-Qué sucede?-
-Creo que lo estoy viendo- le expliqué mientras unas ataduras parecían paralizar mi cuerpo del espanto, del miedo hacia lo desconocido.
Me solté de ese hechizo y di unos pasos hacia atrás como si estuviera por ser atacado por un tigre, sin dejar de ver al animal...
-Aaaaahhhh!- no pude evitar gritar...
-Lo ves? lo ves?!!- pregunte presa de la desesperación.
-No... no veo nada- respondió.
Al acercarse unos pasos sobre la escalera se quedó estancado intentando discernir la figura, lo supe...
Al fin… alguien lo había visto, alguien que no era yo, pensé.
Al intentar seguir por los escalones, mi amigo tropezó y se golpeó con la pared la cabeza, cayendo pesadamente a los pies de la escalera, donde yo me sentaba por el miedo.
Llegue a notar cómo se desmayaba mientras... aquello simplemente se me acercaba casi burlonamente. Aun escondido entre la oscuridad se quedó amenazándome como una estatua.
Corriendo entraron mis otros amigos...
-qué paso?? qué paso??-
Hoy en día, se me hace doloroso pensar en lo que estuvo observándome. Yo no estoy loco, sé que no lo estoy.
En el hospital le pregunte si había llegado a ver a la persona que estuvo en el comedor aquel viernes en la casa de Fer, pero el golpe había deteriorado sus facultades mentales. Y lo único que obtuve fue una morbosa sonrisa como respuesta...