Siempre me tomé la libertad de sentir el aire vivo que se percibe a través del silencio de esta casa...
Como si tuviera una recarga electromagnética, salido de la profundidad...
Por eso me parece normal que uno se tiente a cerrar los ojos por unos instantes, casi obligado… persiguiendo la sensación.
Frenarse tan solo por instantes, dejando los pasos que generan aquel ruido molesto con el impacto intrometido de los pies, para dejarse fluir.
Estoy en este pasillo por el que tantos han caminado y se han ido así de simple como vinieron.
Pero esta casa tiene tantos otros pasillos y cada uno cuenta algo diferente... que es imposible no interconectar las historias en una inmensa nostalgia. Latente, como un corazón, y solo audible cuando nos percatamos de su existencia y estamos lo suficientemente preparados para hacerlo.
Cada sector de estos respetados pasillos nos describe su gloria en el pasado;
La armadura con el yelmo cabizbajo, ligeramente inclinaba su cabeza hacia uno de sus hombros. En una postura de lamento eterno que lo mostraba perdido en ese mismo vacío por el que se rellena su cuerpo. Esa oscuridad había penetrando la armadura ingresando por una de las ranuras del casco, utilizada para que el caballero pueda ver... Él se encuentra ensimismado, como si estuviera viendo el hueco de aquella madera polvorienta, tal vez recordando por siempre la forma en que se produjo la imperfección en el suelo.
A la par los cambios de luces siendo las transiciones lentas de día y de noche se intercalaban desinteresadas, constantes, modificando de alguna forma la escena. Agregandole resplandor en las mañanas, y una tristeza con los tonos grises por el acercamiento de la tormenta, o tonos azules cuando la luna la observaba.
El florero con la rajadura en el que se esconde una flor marchita.
La lámpara de pie con forma de ángel color ocre cerca del sofá...
El ajedrez de la ventana, con dos sillas vacías esperando a ser terminado. Con un caballo de mirada seria y boca abierta, resultando en un gesto tétrico, listo para avanzar en cualquier momento, pero inmóvil, clavado en su posición, petrificado.
Hasta pienso en cómo hace contraste el pasado en este presente... esa diminuta araña que pasaba justo por aquellos casilleros, seguramente notaba la figura enorme alzándose temible.
La pieza... esta adelantada insinuándose al rey blanco. Tal vez habría sido una partida normal, pero para aquellos desparramados participantes significaba una batalla de héroes ya olvidada.
El reloj a péndulo aun funcionando aunque erráticamente... Si supieran que aquel tiempo es su tiempo verdadero… Cada cosa tiene su tiempo por más de que queramos desesperadamente mantener un orden, una "comunión", una igualdad...
Tantos han pasado pidiéndole por favor la hora, y ellos se habrían vuelto locos al no entender su respuesta.
Algo escondido se insinúa en cada una de las esquinas. Y yo estaré esperando algún día que se presente directamente. Hasta ahora igual, no puedo quejarme. Señales de su existencia siempre hubieron para avivar mi espíritu... Pero las personas han perdido el encanto del misterio... ya no las perciben... Ni aquí, ni allá, ni en ningún sitio. Si me dieran la oportunidad yo se los demostraría… incendiaría aquel concepto abstracto para que jamás muera en ellos.
Bueno… han aparecido personas interesantes. Veremos qué es lo que sucede con ellos.
A veces me da la sensación, no, tengo la seguridad de que cuando el viento mueve las hojas de los árboles en esas noches tormentosas apreciadas por las ventanas... yo siento que tengo un aliento sobre mi nuca... tan sutil como un susurro... un aliento que avanza, sin interrupciones externas, por las líneas armadas con las paredes estrechas de una red de pasillos laberínticos. Un aliento que deja mi interior temblando, ya no por el miedo, sino de emoción... Es por ese motivo que no se me hace asfixiante este sitio; nunca me sentí falto de aire aunque no haya nada abierto. Sin embargo no hay motivo para suponer que la fuente venga desde afuera. Algo acá adentro, mantiene un movimiento, un cambio, un renuevo constante del aire.
Pero… recuerdo aquellos días, cuando era todo un pequeño... intentando atrapar a quien producía el golpe molesto detrás de la puerta principal, como pidiéndome entrar.
Recuerdo ir enfurecido y mover la puerta bruscamente... un paisaje boscoso me recibía tranquilo, casi sonriente pero sin nadie ahí. Solo sentía al viento helado atravesarme en espiral e ingresar perdiéndose en los sectores más profundos. Me dejaba tan confundido... no podía más que mirar hacia atrás instintivamente. Viéndolo alejarse.
Bueno, caigo en la cuenta de que podría estar horas pensando así... y eso me produce una mueca sobre mis labios... Mejor dejar esos reflexivos pensamientos por ahora, dejarlos para cuando los saberes momentáneos hiervan de nuevo y tengan lugar en el alma, cuando puedan lograr ser vistos de forma completa, para generar su real cometido...
Lo que a uno se le ocurre cuando se encuentra nostálgico...
… La figura se pierde entre las sombras más densas de los pasillos, mientras una de sus manos acaricia la pared y su manto se arrastra por las desvencijadas tablas del suelo…
Como si tuviera una recarga electromagnética, salido de la profundidad...
Por eso me parece normal que uno se tiente a cerrar los ojos por unos instantes, casi obligado… persiguiendo la sensación.
Frenarse tan solo por instantes, dejando los pasos que generan aquel ruido molesto con el impacto intrometido de los pies, para dejarse fluir.
Estoy en este pasillo por el que tantos han caminado y se han ido así de simple como vinieron.
Pero esta casa tiene tantos otros pasillos y cada uno cuenta algo diferente... que es imposible no interconectar las historias en una inmensa nostalgia. Latente, como un corazón, y solo audible cuando nos percatamos de su existencia y estamos lo suficientemente preparados para hacerlo.
Cada sector de estos respetados pasillos nos describe su gloria en el pasado;
La armadura con el yelmo cabizbajo, ligeramente inclinaba su cabeza hacia uno de sus hombros. En una postura de lamento eterno que lo mostraba perdido en ese mismo vacío por el que se rellena su cuerpo. Esa oscuridad había penetrando la armadura ingresando por una de las ranuras del casco, utilizada para que el caballero pueda ver... Él se encuentra ensimismado, como si estuviera viendo el hueco de aquella madera polvorienta, tal vez recordando por siempre la forma en que se produjo la imperfección en el suelo.
A la par los cambios de luces siendo las transiciones lentas de día y de noche se intercalaban desinteresadas, constantes, modificando de alguna forma la escena. Agregandole resplandor en las mañanas, y una tristeza con los tonos grises por el acercamiento de la tormenta, o tonos azules cuando la luna la observaba.
El florero con la rajadura en el que se esconde una flor marchita.
La lámpara de pie con forma de ángel color ocre cerca del sofá...
El ajedrez de la ventana, con dos sillas vacías esperando a ser terminado. Con un caballo de mirada seria y boca abierta, resultando en un gesto tétrico, listo para avanzar en cualquier momento, pero inmóvil, clavado en su posición, petrificado.
Hasta pienso en cómo hace contraste el pasado en este presente... esa diminuta araña que pasaba justo por aquellos casilleros, seguramente notaba la figura enorme alzándose temible.
La pieza... esta adelantada insinuándose al rey blanco. Tal vez habría sido una partida normal, pero para aquellos desparramados participantes significaba una batalla de héroes ya olvidada.
El reloj a péndulo aun funcionando aunque erráticamente... Si supieran que aquel tiempo es su tiempo verdadero… Cada cosa tiene su tiempo por más de que queramos desesperadamente mantener un orden, una "comunión", una igualdad...
Tantos han pasado pidiéndole por favor la hora, y ellos se habrían vuelto locos al no entender su respuesta.
Algo escondido se insinúa en cada una de las esquinas. Y yo estaré esperando algún día que se presente directamente. Hasta ahora igual, no puedo quejarme. Señales de su existencia siempre hubieron para avivar mi espíritu... Pero las personas han perdido el encanto del misterio... ya no las perciben... Ni aquí, ni allá, ni en ningún sitio. Si me dieran la oportunidad yo se los demostraría… incendiaría aquel concepto abstracto para que jamás muera en ellos.
Bueno… han aparecido personas interesantes. Veremos qué es lo que sucede con ellos.
A veces me da la sensación, no, tengo la seguridad de que cuando el viento mueve las hojas de los árboles en esas noches tormentosas apreciadas por las ventanas... yo siento que tengo un aliento sobre mi nuca... tan sutil como un susurro... un aliento que avanza, sin interrupciones externas, por las líneas armadas con las paredes estrechas de una red de pasillos laberínticos. Un aliento que deja mi interior temblando, ya no por el miedo, sino de emoción... Es por ese motivo que no se me hace asfixiante este sitio; nunca me sentí falto de aire aunque no haya nada abierto. Sin embargo no hay motivo para suponer que la fuente venga desde afuera. Algo acá adentro, mantiene un movimiento, un cambio, un renuevo constante del aire.
Pero… recuerdo aquellos días, cuando era todo un pequeño... intentando atrapar a quien producía el golpe molesto detrás de la puerta principal, como pidiéndome entrar.
Recuerdo ir enfurecido y mover la puerta bruscamente... un paisaje boscoso me recibía tranquilo, casi sonriente pero sin nadie ahí. Solo sentía al viento helado atravesarme en espiral e ingresar perdiéndose en los sectores más profundos. Me dejaba tan confundido... no podía más que mirar hacia atrás instintivamente. Viéndolo alejarse.
Bueno, caigo en la cuenta de que podría estar horas pensando así... y eso me produce una mueca sobre mis labios... Mejor dejar esos reflexivos pensamientos por ahora, dejarlos para cuando los saberes momentáneos hiervan de nuevo y tengan lugar en el alma, cuando puedan lograr ser vistos de forma completa, para generar su real cometido...
Lo que a uno se le ocurre cuando se encuentra nostálgico...
… La figura se pierde entre las sombras más densas de los pasillos, mientras una de sus manos acaricia la pared y su manto se arrastra por las desvencijadas tablas del suelo…
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