sábado, 11 de marzo de 2017


No me gusta notar en profundidad todo lo mal que hay en mí.
Odio los fallos que tengo. Odio verme tan humano, tan imperfecto.
Lo menciono porque estuve indagando un poco en este asunto de los problemas y me encontré con algo revelador.
Sonara feo pero, es justo de lo que va este blog… del lado oscuro de las personas.
No hay demasiado drama, no hay tanto problema cuando las cuestiones se refieren solamente a ciertas personas.
Claro que me molesta, me duele, pero no es lo mismo. No es la misma frustración.
Esos problemas como que sirven solamente para hacer más grande el problema principal donde se encuentra aquella persona en particular, más allá de todos.
Si lo vemos desde un punto de vista “alejado” podremos notarlo con relativa facilidad y lógica.
Entonces, ¿los problemas no serian lo mismo si no tendrían otros que lo enfatizaran tanto?
Creo que un poco de eso hay, y es por donde intenta dirigirse mi idea.

Quizás en algún punto los detalles comiencen a amasar una mancha enorme… cuando al fin nos damos cuenta tenemos en nuestras espalda un peso colosal.
Jahhh la locura del hombre… comenzar la escena otra vez para ver el error, intentar captar el instante justo donde se derramo el vaso, donde se empujo la pluma que hizo mover el circuito, y que del chispazo de una falla surgió la llama… y de la llama se incendio el mundo entero.
Error de arrastre lo llamaban en matemáticas.

No quiero ser el error de arrastre de otras personas. No quiero ser un error.
A veces pienso que debería hacer más ruido. Hacerme notar más.

Así como los problemas no serian los mismos si no tuvieran otros detrás, también las personas en ocasiones son felices acosta de la felicidad de otras.

¿Cómo saber cuando yo comience a ser el problema o la infelicidad para otra persona?
Como saber si incido mínimamente para que eso en definitiva ocurra?
Puedo explicarlo de una manera pobre pero imagínense a una persona que se cree “dueño” de un territorio, esa persona tiene bastante control allí, tiene sus amistades que incluso lo acompañan en ese pensar. La persona se desenvuelve de forma única, correcta en ese sector. Ese lugar lo complementa y lo impulsa.
De repente llega alguien ajeno, de otro circulo. Esa persona tiene sus propios límites. Y siempre que se mueva dentro del territorio de aquel que se cree “sin saberlo” (inconsciente) dueño, este ultimo notara un cambio en todo. Su extensión y su límite se habrá recortado un poco no pudiendo anular, sobrepasar, tapar de ninguna forma el lugar que le corresponde al otro, porque ese otro.. es y existe y está ahí.
Y su poder ya no engloba cada extensión de aquel sitio. Se sentirá ultrajado, invadido, o al menos algo le parecerá extraño. Como una perturbación en su energía.

 Lo irónico de todo esto es que en el transcurso de mis pensamientos descubra alguna vaga solución. Pero ninguna de esas soluciones me convence verdaderamente. Entonces… significa que la solución no solventara realmente todo, sino que generara simplemente otro problema. Cambiará el problema simplemente moviéndolo hacia otra cosa.

Ahí reside la condena, la cuestión…  Quizás todo pueda mejorar, quizás exista esa posibilidad, pero será necesario otras condiciones particulares.

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