jueves, 23 de agosto de 2012

Él, él, la chica y el perro...




 

Llegaba un momento de su vida que su cabeza parecía perder el control.
No es que todo este hecho un desastre... pero extrañaba los momentos anteriores. Pensó en que es verdad cuando dicen que hay que disfrutar cada momento, entonces... no importa todo lo que lo hayas disfrutado, uno siempre piensa que podría consecuentemente dar el doble de besos.. salir el triple de veces... abrazar hasta el hartazgo del otro.
No es que su vida sea un desastre, pero él lo sentía como tal. Sin embargo lo que lo había llevado a pensar así, era su fracaso en la vida social y haciendo énfasis en el tema de tener una pareja.

Se encontró con que una noche volvía a su casa de haber terminado un paseo y cada paso se le hacía más pesado. La frustración propia lo consumía. La idea de saber que fue una basura, de ser tan poco, de perder tantoooo... eran cosas que lo presionaban contra el suelo.
No podía volver... no podía.
Entonces decidió regresar a la plaza, al menos estaba más cerca.
Allí suspiro sus penas y lloro como nunca bajo la mirada asomada de la luna anaranjada.

Ya era muy tarde, su familia se preocuparía, incluso comenzaron a llegarle mensajes de texto, pero a él no le importo. Solo quería encontrar un rumbo mientras permanecía agitado y tembloroso. Pero cada vez que parecía encontrarlo, se le perdía la razón, el sentido, la fe.... cada vez que tenía en la punta la respuesta, la compasión, el consuelo, todo se iba, formándose una laguna, un caos que lastimaba la mente. Tanto esfuerzo por encontrar el paraíso, estaba casi llegando, cuando todo se derrumbaba tan simple y rápidamente como el soplo de la arena en una mano.

Aquella sensación no se apartaba, el lo recordaba como punzadas de dolor, de a ratos algo lo tomaba y lo exprimía por milésimas de segundos en una agonía inaguantable, extrema, como si algo se acordase de a ratos que él debía sufrir. Y allí, allí se le presentaba la secuencia de la tortura, un pasado mostrado en instantes, cada uno de ellos correspondía a un nombre, el gesto, los abrazos, su mirada, sus formas, su voz, su sonrisa.

Estaba a punto de tirarse a un tren... de cortarse las venas. Quería morir, más que cualquier otra cosa, no podía aguantar su humillación. Se tapaba la cara aunque nadie lo viera...

pero él sabia, sabía que en las sombras más profundas algo lo veía. Su imagen pública se destrozaba, se imaginaba a sus mejores amigos, a cada chica de la cual gusto, en frente de él, riéndose. Y hasta su familia.
 
El joven imaginó que su pecho hinchado iba a explotar, se dejo caer y pensó en morir ahí mismo. Pero la muerte no llego.
Entre quejidos y muchos, tantos lamentos, se desvaneció cansado.
Habrán sido pocos minutos en el que se levanto. Fue cuando noto algo extraño.

Su rostro no estaba exactamente en su sitio, mas específicamente sus límites habían adoptado una forma diferente, la sensación en su piel le decía claramente que antes fue de otra manera, algo lo había “tratado”, retorciéndo la materia para amoldar su estructura. Así que se asusto y se levanto de un golpe, allí en la plaza aun de noche y sin nadie dando vueltas al igual de cuando había llegado. Pero la perspectiva del mundo que se le descubría era diferente, todo era diferente. El piso estaba más cerca así que vio sus pies. Noto unas extremidades imposibles. Él, se había trasformado en un perro.

Su hocico se distinguía ahora alargándose debajo de sus ojos.
Era... era un sueño, seguramente era un sueño. Empezó a correr por las veredas desesperado, atravesando las calles.

Un perro vagabundo se le acerco rápidamente entre unos tachos de basura, pero no supo qué hacer. Su gesto de desconcierto fue perfectamente entendido por el animal, tan claro, como si le estuvieran hablando en su idioma.
Así que este le mostro sus condolencias y luego con un pequeño sonido elevo su cabeza expresándole seguridad y fuerza ¡Humm! mientras la mirada se hacía seria pero a la vez amigable. Consecutivamente se fue despacio.

Cerro sus ojos fuertemente, intentando de cierta forma despertarse una vez abrirlos nuevamente, aunque todo seguía igual.

No quería que el sueño sea una pesadilla, necesitaba que las cosas vayan por cierto rumbo. Pensó en las posibilidades con lo que le entró unas expectativas enormes por ver ciertas cosas que solo se podían ver desde esa forma.

Trotó un poco más, desviando su mirada a perros feroces que desearían comerlo si se acercaba a ellos. Cuando de repente encontró conocidas las calles, los arboles, la fragancia del lugar.

Atentamente observo la casa de enfrente. Recordaba su forma, incluso de como era el interior.
Se sentó al lado del pequeño alambrado que había que pasar antes de llegar a la entrada, como si esperara fielmente a su dueño, luego se quedo dormido.
Las primeras luces lo levantaron, el sonido de un pájaro se escucho alegre.
No sabía cuanto tiempo pasó, pero supuso que seguía siendo normal encontrarse en un sueño.
El barrio era agradable en la mañana, algunas bicicletas pasaban, también algunos autos. Se imagino persiguiendo sus ruedas, pero despejo rápidamente esa idea. Era chistoso.

Se escucho un click, la puerta de la casa se abría y salía de ella una chica.
Paso posteriormente por el pequeño portón del alambrado y lo acaricio. "Hola perrito" largo cariñosamente.

Siguió sus pasos hasta la esquina donde ella tomo un colectivo, entonces estaba seguro, esperaría a levantarse, ya que seguramente eso debía suponer el final.

Nada parecía que iba a suceder ni nada sucedió. Le resultó extraño, era muy largo para ser un sueño con lo que entro en pánico. Quedarse así, de esa manera? que haría? que sería de su vida?

Minutos después volvió a la plaza donde un gentil hombre le tiro un poco de pan al igual q a tantos otros perros. Entre ellos se encontró de nuevo con el perro vagabundo que había visto antes lo que le produjo una alegría que seguramente se notó.

Se saludaron y corretearon y jugaron. En cierto momento le pareció que la mañana avanzaba muy muy despacio, para luego la tarde pasarse volando. Los tiempos del perro son muy diferentes. Se te puede pasar el día si no dejas de buscar un tesoro o si seguís algún rastro de lo que sea.

Entonces, no podía creerlo, debía a esperar despertarse para ir a su casa, o al menos cambiar de forma en el sueño para hacerlo. Debía ir de todas maneras. Extrañaba a su familia, aunque sea un sueño debían estar preocupados se imagino.

Al llegar a su casa vio por la ventana a su familia contenta y despreocupada. Los observo con aquella sonrisa de par en par como las películas. Algunos integrantes se habían sumado, sus hermanos tenían pareja. Lo más raro fue, verse a él mismo en forma humana apartado, sobre aquella mesa sentado. Él lo miro directamente y eso no le gusto. No le gusto en lo absoluto.

No podía atravesar las rejas, intento colarse pero estas eran demasiado ajustadas para que el quepa. Porque no se había hecho gato? se lamento…

Prefirió dirigirse al lugar donde se había sentido mas cómodo hasta entonces, nuevamente la plaza, aunque ya la noche caía sugiriéndole peligro, pero por qué?. Allí esperaría su trasformación o despertarse. Pensaba en que de alguna manera tenía que seguir con su vida y hacer algo por él mismo. Aunque eso mismo era justamente lo que siempre habría intentado hacer.

La noche llego. Él recostado cómodamente entre el verde pasto. Vio muchas personas pasar, niños jugar, abuelos, jóvenes hablar, alguno leía algun libro, otros simplemente paseaban, ellos le recordaban a él.

Estiro su cuello cuando pareció notar una figura reconocida y allí se acercaba, la chica. Ella fue directo al punto que de seguro habría planeado, se sentó cerca de un árbol.

No lo pensó mucho, fue hasta ella y la acompaño sentándose también a su lado. Fue cuando notó la tristeza más pura en su cara devastada, emanaba un dolor desde sus ojos perdidos. Tarde se percato de él, entonces lo tomo entre sus brazos y lo abrazo fuertemente junto con las lágrimas que brotaban rápidamente.

El cerró sus ojos por la intensidad del momento y se imagino con sus brazos humanos rodeándola a ella por igual.

De alguna manera había un contacto, y si bien tal vez era su impresión ella sentía ese abrazo mutuo. En ese momento comprendió. Allí se desvanecería todo lentamente y él se levantaría del sueño.

 

Aunque... la idea lo desconcertaba, había sido muy largo para ser un sueño... y así se dejo ir.
Cuando miraría un perro... jamás lo volvería a ver con los mismos ojos.
 
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Simbolismo y metáforas...
El perro vagabundo sería la amistad, el aliento, la figura conocida, amigos y familia.
Transformarse en perro simboliza estar ahí aunque las personas nunca lo notaran o no sepan que esta realmente con ellos. La fidelidad  inquebrantable en una "tarea".
La trasformación muestra un cambio profundo, la angustia, el desconcierto. 
 
El señor que le entrega comida es la vida benevolente que por algo nos mantiene con vida.
La plaza es un lugar especial para mí.
Verse a si mismo significa tomar responsabilidad con uno.

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