Juguemos a ser grandes,
Armemos nuestros castillos enfrentados para derribarse,
con ladrillos de cartón y puertas de plástico,
con agujeros siendo ventanas
y un paraguas formando el punto mas alto,
Siendo la cúpula de nuestra torre de homenaje.
En donde podamos escapar para que el enemigo no nos atrape.
Coloquemos nuestros reinos
en el medio de un largo prado
o en una colina ciega de lo que alrededor ha pasado,
Donde nos rodee un bosque en el que se esconden los gigantes.
Y la magia chispea en el aire,
dejando el ambiente electrificante,
Un bosque en donde
los poderosos arboles de antaño
se han despertado enojados.
O donde los duendes trabajen
escuchándose murmullos lejanos,
Refugiémonos en nuestro sueños
Armándonos con flechas de sonrisas
y catapultas con rocas de trapo.
Protejamos nuestro cuerpo
con la armadura de un abrazo.
Sentémonos en el trono triunfante
que nos han regalado con tanto cansancio,
aunque sea una destartalada silla vieja
que no podría quedarse quieta
ni aunque la amarremos de pies a cabeza,
y miremos a nuestro dominio desde lo alto
levantado con las manos de nuestras ideas mas certeras.
Combatamos hasta que alguno caiga rendido
Pidiendo piedad en el piso
por las cosquillas en nuestro ombligo
o por caernos cansados de tanto correr sin sentido
y descansemos por la noche
arropados con el manto de nuestra reina,
donde los miedos se alejan,
con cuentos de dragones
Surcando los horizontes
dándole forma a las nubes,
llenándonos el universo de hermosas formas y colores.
Y despertemos al día siguiente
para erguirnos sobre nuestros propios pies
Reacomodando nuestros huesos dolientes,
Veamos allí la marca en la pared,
Que hemos dejado sin querer,
Y los centímetros queden varados
a un tiempo que los vio crecer pesados,
Las memorias quedaran indefensas
Sintiéndolas como experiencias casi ajenas.
Juguemos ahora a ser niños...
Aunque nuestros escudos estén destruidos
y nuestro castillo de cristal se haya roto en añicos
Peguemos con cinta el corazón
y armémonos de valor
por mas de que ahora nuestro enemigo no sean nuestros amigos
y quiera realmente matarnos simplemente por estar vivos.
Seamos reyes sin coronas
blandiendo nuestras espadas de telgopor
como si fueran las mas poderosas en toda la creación,
Refugiémonos en la calidez de las esperanzas
traídas por los días venideros,
Y sonriamos con lágrimas en nuestros ojos
aunque nos quieran quitar los sueños,
Gritemos de felicidad en la agonía
y brindemos con el licor rojo
vertido desde la botella de la cicatriz en la copa de nuestra mano,
o bebámoslo directo de nuestros labios.
Abramos la celda de la locura
con la llave amarrada en la raíz de nuestro corazón.
Escuchemos la canción del bardo
que se había perdido tras el bosque encantado,
Veamos nuestra ciudad arder
con el fuego de nuestra ira crecer,
y barramos las cenizas
que nunca estarán dispuestas a ceder.
Salgamos a ver las primeras luciérnagas encenderse
Bailando con sus amigas al acercarse alegremente,
viendo el reflejo del lago...
intentando imitar las estrellas
Ganemos... aunque las horas digan que hayamos perdido
Y muramos con el honor corriendo por nuestras venas.