La noche era hermosa. El cielo estaba iluminado por miles de estrellas intensas, la luna se juntaba con algunas nubes y el viento limpiaba el aire. Yo me encontraba sentado en una pequeña colina, que me hacía sentir sin embargo en la cima del mundo. Desde allí se divisaba la ciudad…
Mis ojos vibraban por los colores y el impacto de la belleza. Me resguardé agazapándome. Y seguí mirando como un niño asustado entre las sabanas, asomando la cabeza de entre mis brazos, totalmente asombrado. Después miré a mi lado. Estaba solo. Supe en ese instante que quería compartir el momento más que nunca. Ahí fue cuando recordé…
“Estoy soñando…
pero entonces porque no estás acá conmigo??”
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