martes, 12 de mayo de 2015

Intentando...




Dany se sentía incomodo esa mañana en la escuela.
Sin embargo no había ninguna señal que le indicara esa extraña perturbación. Era un día agradable, sin tareas, sin exámenes, sin el niño de al lado molestándolo con preguntas raras todo el rato. Este se encontraba enfermo y probablemente no vendría en todo el mes.
El profesor Sturich era un personaje particular. Algo rechoncho y simpático, no podía contener una expresión de incertidumbre al verlo. Sturich, sin embargo fue la pequeña razón por la cual comenzaría a recobrar el animo que había perdido tal vez en el camino a la escuela.
Despreocupado como siempre se lo notaba, no faltaba ocasión en la que tarareara una canción diferente cada vez, quizás por escucharla en alguna radio antes de llegar a su trabajo. Por otro lado su boca no se veía debido a su abultada capa de barba.
Los alumnos sabían que efectivamente estaba hablando por como se movía todo su mentón y obviamente por el tono de voz. Una voz apagada seguramente por tener que filtrarse el sonido entre aquel montón de bello facial.
Lo ayudaba mucho el gesto corporal intenso agregado a cada opinión para hacerlo un profesor diferente de entre los demás de la escuela.
Fue así como dejo de mirar aquel reloj encima del pizarrón y tender a observar los detalles, el exterior, las cosas entre lineas las cuales pasan desapercibidas. 
Todo es distinto cuando uno se permite estar liberado. Dany suspiro profundo e intento no prestarle atención a sus sentimientos negativos para así adquirir sensibilidad en mejores aspectos. Se centro en como se desprendían los segundos y como estos comenzaban a alargarse como un chicle cuando perdía la noción al enterrarse en hechos ocurridos espontáneamente, sin planificar tan a futuro.
Le resulto muy cómico cuando Lucy actuó malvadamente riéndose y burlándose del director al pasar este, autoritario e imponente por el aula. Era un hecho que lo odiaba, por eso quienes lo sabíamos volteavamos a verla en su pupitre cuando él aparecía. 
Su risa de psicópata no desapareció cuando ella comenzó a mover sus labios con gestos exagerados y a sacudir su cabeza de un lado para otro aparentando decir lo mismo que el director decía. Daba la impresión que conocía su discurso a la perfección respetando cada una de sus pausas. 
Todos nos preocupamos cuando pensamos que la iba a descubrir burlándose de él. Estaba muy cerca. Sin embargo nos sorprendimos. Vimos al hombre detenerse enfrente de Lucy, en ese instante cada uno de nosotros intentó deducir cuanto tiempo de suspensión iba a tener. Por el contrario nos encontramos con que ella cambio su cara de repente como trasformándose. Miro hacia arriba con sus ojitos a aquel director quien le daba unas palmadas en su cabecita de pelos rubios, y su sonrisa esta vez siendo mas la de un angelito que la de un diablo, cubriendo sus inevitables aparatos característicos. No le importo que los tuviera... (...)

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